martes, 28 de diciembre de 2010

DIOS CREÓ AL HOMBRE Y A LA MUJER


P
rimero fue el hombre al final del mundo creado por Dios, al verlo solo, decidió darle una compañía, es entonces cuando crea a la mujer de una costilla del hombre. De ahí que se piense con mucha naturalidad que el hombre es superior a la mujer, que ella es una parte complementaria y accesorio para la compañía. Por eso que los científicos, de manera muy acertada, pensaron que solo había un sexo al nacer y que la mujer era ese ser frustrado en su creación que no logró convertirse en un hombre y se quedó en el triste y menor papel de mujer. Es también obligación de ellas atender, servir y obedecer por sobre todo al hombre. Ellas han sido creadas para eso y es un papel que tienen que llenar ellas y nadie más que ellas.
La historia lo ha comprobado ellas desde los inicios han servido para cocinar, atender, curar y sobre todo para parir al hijo del hombre. Esta última obligación ha resultado clave para entender que la mujer es la que debe tener al hijo por varios meses en el vientre pues las labores que ella hace no son reconocidas como importantes, pero las actividades que realiza el hombre son de mucha importancia pues él es el género elegido por Dios para conquistar el mundo y no tener que perder el tiempo preñándose y criando niños. Él no, el hombre ha nacido para dominar a otros hombres y por supuesto a la mujer, para someter a la naturaleza doblegarla y extirpar de ella lo que necesite.
Viéndolo bien el hombre en su labor de conquistar e imponerse al mundo natural ha reprimido a otros hombres con la guerra aquella de la que la mujer era ajena, del pecado, del odio, del asesinato de todo lo malo. Ella, la mujer siempre estuvo lejos, ha purificado su alma y el hombre la ha empobrecido con el odio. La mujer, viéndolo más a fondo, ha jugado un papel mayor al que creían aquellos hombres de ropa rasgada y barbas largas. Ellas han sido la base de la sociedad, la pieza clave para que el hombre sea lo que es hoy: el dueño del mundo. Ellas han dejado que esto pase.
Durante siglos la culpa de casi todos los males, sino es que de todos, han sido impuestos a la mujer, como si ella hubiera tramado todo, pero si fuera así, dónde queda el papel dominante del hombre, dónde queda el elegido de Dios. No, debo estar equivocándome. Aunque podría ser que el hombre sea tan débil como débil puede ser una mujer, o tan fuerte como ella pueda ser. ¿Pueden ser iguales el hombre y la mujer?, ¿Pueden ser a la vez diferentes?, por aquello de los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus. No, debo estar equivocándome.
Aunque en la actualidad, las mujeres han avanzado mucho. ¡Ey! Ellas han avanzado, pero ¿y nosotros?, ahora vemos más mujeres en las aulas de clases, en las oficinas de trabajo y en el gobierno alcanzan puestos claves. Entonces ¿cuánto hemos avanzado nosotros? Espera, ¿hemos avanzado? Ya tengo dudas sobre la teoría que me impusieron en el colegio, sí, en el curso de religión. Pero si ellas han avanzado tanto quiere decir que es falso que sean inferiores en fuerza, inteligencia, dedicación, responsabilidad y demás. ¿Acaso ellas son tan iguales a los hombres? O ¿es que los hombres somos tan iguales a ellas?
Ya sé, tengo una mejor idea, somos iguales y diferentes a la vez, la riqueza de nuestras diversidades recae ahí, en no ser un cuadrado más en una hoja. Todos y todas tenemos algo que hace que resaltemos. El hecho de que un grupo de tontos machos asustados nos hicieran pensar que ellas eran inferiores no significa que lo sean. Sí, estoy seguro de que ellos, esos hombres ignorantes que se negaron a pensar y evaluar lo que estaba a su alrededor, claro si se la pasaban invadiendo y reprimiendo todo lo que no entendían. Si tan solo se les hubiera, no dado ni reconocido y menos aceptado, sino entendido, el lugar que siempre ha correspondido a nuestras iguales.
¡Pero que tontos hemos sido! Que tonto ha sido mi profesor de religión, que tontos o mejor dicho que imbéciles han sido los que firmaron el Concordato. ¡Que imbécil yo!, por tragarme tremendo cuento, por no hacer nada, por quedarme callado mientras un miserable golpeaba a mi madre porque creía que tenía derecho a hacerlo, que imbéciles hemos sido. Han pasado siglos, y en todos ellos se ha tratado a la mujer como una cosa, como un “complemento”, ¡Tonterías!, todo eso es pura porquería de perro.
La mujer no es una extensión, ella no fue creada de la costilla de un manganzón, no hubo, y es que no puede haber un patán llamado Dios que condene a su propia creación a ser sometida por sus iguales. Todo eso fue el invento máximo de una organización criminal humana y no divina que en nombre de Dios le hizo creer al mundo que ellos decían la verdad, cuando no era así.
Además, a esos sinvergüenzas les debemos que la paternidad en el mundo sea un chiste mal contado, les debemos que no exista un lazo espiritual del padre con los hijos pues nos han intentado castrar emocionalmente, nos han querido obligar a negar la parte emotiva y cariñosa que tenemos, todo en su afán de demostrar que los hombres somos duros e inflexibles, unos machos, que no lloramos, que no queremos de manera romántica, que no podemos dar a luz espiritualmente junto con nuestra igual. Le han dado un “regalo” maligno al mundo: el machismo.
Hace varios años dije al diablo con mi profesor, al diablo con todos esos que se creyeron el cuento religioso. Hoy pienso diferente, analizaré cada palabra que de mi boca salga, la estudiaré para saber si falto el respeto cuando digo algo, que tal vez sea “simple” y “sin importancia” para algunos, pero recordaré que cada palabra ofensiva es como una daga con veneno, uno que se expandió por siglos de boca en boca y de puño en puño.