sábado, 30 de abril de 2011

¿Una espada y una pared?

Por un lado hay quienes quieren ser la voz de los que no pueden expresarse, y aunque sea pateando el tablero desean la transformación. Por el otro, están los que quieren volver al pasado porque piensan que era mejor, porque antes tenían el control de los medios de comunicación, y que sus palabras eran suficientes. Hoy se presentan esas dos formas, cuál de ellas elegir, ¿aquel pasado donde dominaba el secretismo y el poder se concentraba en unos pocos?, o el de quienes aceptan y quieren que todos hablen, conozcan y transformen. No, no es la segunda vuelta, no son las elecciones presidenciales en nuestro país. Es el dilema del comunicador social y de su rol en la sociedad.

Se podría decir que los comunicadores sociales deberían ser transparentes, con conciencia social, con valores sólidos, que no se callen nada, que sean claros, que no se vendan a intereses particulares, que sean de mente abierta y que sean la fortaleza de la democracia; pero también son personas que necesitan ser reconocidas, y es ahí cuando surge el ¿y por qué solo nosotros?
Un comunicador social no pretende ser un monopolio entre él y la sociedad, prefiere que todos estén informados, porque el fin superior de su carrera es la verdad en base a la razón y las evidencias. Pero cuando ya no es indispensable como tal, porque cualquier persona puede informar. Nace este dilema de amor y odio ante la Internet. Es la herramienta que me permite difundir la información más rápido, y reducir las fronteras físicas, pero también es el espacio en el que mi labor ya no es tan indispensable, ya que cualquiera puede informar.
A favor del comunicador social es que no todas las personas tienen internet, y son más quienes no la usan, ahí si es necesaria su labor, como nexo, como conciliador y como informante, donde su credibilidad puede ser mayor, pero es, también, cuando surge un nuevo dilema.
Si estudio periodismo, puede que tenga de jefe a alguien que ni siquiera estudio para eso, y que se hizo en el camino, y que para rematar me inste a olvidar lo que aprendí en la universidad porque al fin y al cabo no sirve para nada. Si soy de audiovisual o publicista de una universidad, pues hay miles de institutos; si soy de organizacional, bueno, hasta eso se puede aprender en la marcha o en otra carrera.
¿Entonces? en realidad no se está cumpliendo con los propósitos, y lo que no cumple para lo que fue creado debe desaparecer, hasta podría ser una carrera de postgrado. Las Ciencias de la Comunicación son dueñas de la comunicación. Es ahí donde un nuevo rol puede aparecer, según el espacio de estudio, si eres de Derecho, Sociología o Antropología, un rol sería por velar que tu área de estudio sea tomado en cuenta para los enfoques de las informaciones.
O finalmente, si la carrera de Ciencias de la Comunicación sigue en pie, puedes agregar más roles como interesarte por los casos que necesariamente no sean noticias, enfocarte desde puntos que no has intentado y que no han intentado, como género, feminicidio, la imagen y qué puede representar, es decir brindar paideía, formación, pero lo que requerirá de más estudios, y volvemos a la anterior idea.
Aunque al final, en el orden de todas las cosas, puede que esta carrera esté llegando a su meta: ser otra cosa.


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